Tuesday, December 25, 2007
Nunca Creí
En el viejito pascuero. Quizás eso me faltó de la buena infancia que tuve. Pero ahora que lo pienso, siempre fui distinto a los demás niños. Mi papá y mi mamá me decían que me portara bien porque o sino el viejito pascuero no me iba a traer nada para la navidad. Media cuestión les contestaba yo, si al final todos sabemos que los regalos los compran ustedes, además el viejo pascuero no existe. Si existe Sebastian, vive en el polo norte y tiene muchos duendes. A ver papá, los duendes existen, el polo norte también, pero el viejito pascuero no. Además basta, no me van a convencer, no quiero creer en algo que no existe. Y mis papás decían que haremos de este niñito tan rebelde que nos ha salido, lo mismo se preguntan ahora cada uno por su lado cuando el niñito ya es todo un hombre y no se afeita hace como dos semanas porque cree que así se ve más macho. Tenía como cinco años y enchufé el arbolito, me dio la corriente por culpa de luces hechas en Shangai y en ese momento pensé que eso me había pasado por no creer en el viejito pascuero. Sin embargo insistí en mi férrea postura y nunca creí en él. Yo creía en los Red Hot Chili Peppers, en Nicanor Parra y los Powers Rangers (pero los primeros). Era el mejor en todo y era bueno pa' la pelota. Varios psicólogos a los que me llevaron por ser demasiado preguntón e inquieto decían que este niñito era un genio y que tenían que meterlo a una escuela especial para gente especial. Guácatela. Gracias a mi madre, que quiso que tuviera una vida común y corriente y un desarrollo social e intelectual más promedio. Se lo agradezco porque me cargan los tipos genios y pedantes, no sé cómo hubiera sobrevivido compartiendo con gente que vive para demostrarse unos a otros quien es el mejor. Soy mil veces mejor así. Soy quinientas veces peor asá. Pero soy terriblemente feliz y orgulloso de todo lo que tengo y todo lo que he logrado en estos dieciocho años. Después cuando seguía en la misma senda del no creer en el caballero aquel, me decían cállate por la chucha, por lo menos deja que tus hermanos crean. Entonces pensaba: sí. Tienen razón. No porque yo no crea ellos no tienen que creer, si al final el que quiere creer que lo haga. Mis hermanos si creyeron y son mucho más inteligentes que yo. Por mientras ganaba los primeros puestos, los primeros diplomas, los primeros concuros de literatura y mi primer campeonato de fútbol. Porque alcancé a ganar dos en mi carrera como futbolista infantil. En el segundo fui el goleador con quince tantos y mi más próximo perseguidor, que era el Enrique Ayala, alcanzó a hacer once. Me pregunto qué será de él. Era tan bueno el hijo de su madre, quizás juega en algún equipo o definitivamente se dedicó a los negocios de su padre en Montepatria. En fin. La cosa es que hoy le sacaba en cara a mis hermanos, ahora que son más incrédulos de casi todo, que ellos si creyeron y yo no. Su respuesta fue que yo no soy de este planeta y se acabó. Quizás tengan razón. Ojalá sea de otro planeta y vengan mañana y me rapten. O por lo menos sacarme el kino digo yo. Nunca le viene mal a uno verse la suerte con esos numeritos. Aunque al final lo único que me queda por creer, es que estas fechas sirven enormemente para valorar a tu familia, para ver lo que significan en tu vida y para darte definitivamente con una daga en el abdómen de la suerte de tenerlos ahí por lo menos, tan lejos, tan cerca, y tan cómicos como siempre.



Por mientras seguimos celebrando el tetracampeonato junto a Santa Clos De Pirque, el único de los vinos que no gana medallas y tampoco pertenece al reino animal de los móneras. Bolaño, Bertoni, Auster, Foster Wallace, Fresán, Lihn, Bukowsky y Nicanor Parra, os amo con toda mi alma navideña de año nuevo y ciudad traicionera. Y eso.
Feliz Crédito con Aval del Estado para a todos.

Labels:

 
posted by Voknahelio at 11:43 PM | Permalink | 5 comments
Thursday, December 13, 2007
Desvio
Cuando uno habla de Luis Alberto Spinetta la mayoría de la gente queda desconcertada. Es Argentino ¿cierto? debe ser lo único que atinan a decir. La mayoría sólo lo conoce porque canta muchacha ojos de papel y porque en en esa famosa canción fogatera de los enanitos verdes lo nombran junto a un montón de hojas. Nadie siquiera imagina que el flaco no es más ni menos que el Dios de los rockeros de aquel país de tantos grandes. Por la chucha, mi papá casi se va a argentina con mi mamá antes de que naciera. Perdón por perder mi patriotismo asi tan derrepente, pero es que vengo llegando del concierto más vislumbrante al que he asistido alguna vez. Ni siquiera comprable con haberle dado la mano alguna vez en pleno concierto al mismisimo vocalista de U2. O haberse colado evadiendo guardias y haberle estrechado un apretón de manos a Pedro Aznar junto a un gentil: Gracias Pedro. Luis Alberto Spinetta hoy me dio una lección de vida. Una gran lección de vida. No me voy a jactar de haber estado en primera fila pagando nada más que quince mil pesos, porque ya lo hice en el solo hecho de decirlo. Como dicen por ahi se cuenta el milagro pero no la santa. ¿Cómo te puede dar una lección de vida un tipo que a simple vista parece que pesara menos de cincuenta kilos y que tiene la garganta más desgastada que la de salo reyes? Un flaco Spinetta que en escena nunca volverá a ser lo mismo que en Pescado Rabioso, Spinetta Jade o Serú Girán. Pero que sin embargo el hecho de tener más edad lo ha hecho un sabio de esos que siguen perreando de lo lindo por los mismos lugares que lo vieron crecer y ahora lo ven envejecer. La respuesta a esa enseñanza es bien sencilla.
Luis Alberto Spinetta te puede hacer sentir que en la música se encuentra todo lo que hay que saber para ser feliz. Te dice mediante esos rasgueos tan característicos y esa melodía base tan inalterable que el oro del oro está en ti mismo. En cada paso que das por la calle y en cada pedazo de vida que levantas del suelo y arrojas a él.
Estoy tremendamente feliz, me puedo a ir a dormir satisfecho y puedo morir tranquilito.
Spinetta es Dios.

Labels:

 
posted by Voknahelio at 8:44 PM | Permalink | 2 comments