Encuentro último de mal intencionados a ésos auxiliares que cuando vas en un bus con destino al norte, de noche, y con un ánimo superlativo y optimista te coloquen Destino Final 1 y 2 continuadamente y te dejen sin luces como de alguna manera obligándote a verla o quedarte dormido. Y ver gente que se muere haga lo que haga, porque no puede escapar al diseño de la muerte tal como una señora consumista que va pasando por fuera del casa ideas y autos que chocan y más sangre que en mi post anterior (eso es para que por lo menos lea el título si no lo leyó). Más encima después cuando vas cruzando el desierto con una vista privilegiada al ocaso en la nada te coloquen una película de nombre no recordable que trata de la existencia de mutantes o gente con anomalías provocadas por pruebas nucleares que viven en un desierto, como el que vas atravesando sentado frente a una ventana, y en el que la familia que se dirige con gran optimismo en su viaje queda botada en la mitad del desierto y los matan y se los comen y los obligan a leer a Cela y Umbral. Bueno nunca tanto, omita lo último. Pero es una advertencia que le dejo hoy como buen samaritano que soy. Fíjese bien en las películas que lo acompañan en su viaje, no vaya a pasarle lo mismo que en la película antes de llegar a su destino, pues sería lamentable y unísono. Si considera desde el primer momento que ellas desagradan su percepción; muy fácil: conviertase en una piedra, viva como una piedra y converse como piedra. Si después no se puede bajar del bus, no me eche la culpa, no está obligado a seguir mis consejos de buen samaritano. Es sólo una remontada opción de liberalismo tecnolócico y un poco menos humano de lo común urbano. Porque las piedras también hablan, o por lo menos escuchan y lo seguirán haciendo. Sin importar las películas rascas que coloquen en los buses, ni las distancias, ni los silencios ni los bailes de moda y farándula.
Ya, igual las películas de buses te dejan algo: ganas de no viajar más en bus.Labels: No voy en tren - Charly Garcia