A encontrarse de pronto en un paradero

Ella viste el estilo de las mariposas verdaderas;

Él, ha visto su indiferencia escrita en el cielo.

No saben nada, o quizás saben demasiado.

Al final son sólo una parte de una ciudad

Que los llama y los deduce, que los inventa

Y les reclama aquello que les ha robado.

Lo que permanece en sus pies andantes

Llenos de olvido esperando ser recuerdo.

Una vista hacia el sol arrugando la cara

Un paisaje tan urbano como las palomas

Una canción de ritmos inalterables

Muecas de conformidad pensando algo

Dos semáforos en verde.

Ella lanza una colilla de cigarro al suelo

Él maldice a todo quien consuma tabaco.

Sus frecuencias cardiacas se hacen mezcolanza

Mientras sus pulmones respiran aires diferentes;

Con embargo de sus personificaciones

Sin el color de una familia que los recuerde

Ellos a la deriva del egoísmo de un reloj

Que los divide entre la injusticia de un mundo

Cansado de dar razones del origen.

Diez minutos son los que van quedando

Ella camina a paso de codorniz veraniega

Él expone pictogramas en un museo idealizado.

La verdad es una ave de rapiña

Observando una mentira desde el cielo.

Están tan seguros de si mismo

Que olvidan sus autarquías adolescentes.

Precisamente en este mismo instante

ambos miran un horizonte oculto,

llegando a la misma conclusión.

Continuan los rumbos sin ser vistos,

Divisas de una corta vida que sabe

Intensamente, veredas empañadas

De vanidad y horas malditas.

La modernidad lanzada al aire

Una pausa entre la muchedumbre

Sinapsis de astros contando lápices

Papelitos con deseos incumplidos.

Si de frustraciones amorosas hablamos

Ellos saben más de lo que respiran.

Ella se estremece en un escalofrío

Él se vuelve indolente frente a todo.

Para hacerle frente a las trincheras

revolucionan sus días domingos:

Aprenden que la soledad es un

Estado Benefactor de la materia.

Ambos llegan al paradero;

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