"Si usted ha visto aquel sombrío y bello film "El Tercer Hombre" recordará las amplias casas sonoras, las altas e incómodas salas convertidas en graneros por la marea menguante de riquezas pasadas, los anchos pasillos agrietados que sintetizaban el vienés viviendo en 1946. La gentes parecían estar acampando en museos semivacios.
En dicha época, ése raído esplendor era todo lo que podía verse de la Viena del siglo diecinueve, la Viena de la gracia, de la holganza, de la riqueza y ... del vals. Cuando la familia Strauss prácticamente regimentó la Viene musical con sus arcos de violín, en medio del siglo pasado, el baile, y en particular el vals, convertióse en una locura de tal vez mayores proporciones que todo lo que nosotros hemos visto en materia de modas musicales. Entonces, esas grandes mansiones estaban llenas de gente y de ricos ornamentos; los inmensos candelabros colgaban de lo alto, por encima de las cabezas de felices bailarines que seguían el 3/4 aparentemente para no detenerse más, en medio de una cálida incandescencia que ignoraba por completo el lado triste de la vida. Los decorados pueden haber sido muy ricos, pero la música proporcionada por los Strauss - padre y dos hijos- fue por cierto mucho más suntuosa. ¿Qué importaba si, bajo la pulida y brillante superficie de la vida vienesa, comenzaron ya los primeros inquietantes cambios sociales? ¿Qué importaba si algunas coplas políticas, sobre el aire del Danubio Azul, se diesen a importunar los oídos de esa dichosa gente? Hoy, todo ha pasado, pero la música perdura; la capa de azúcar demostró ser no sólo más bella, sino también más duradera que el pastel mismo.
El vals vienés fue un producto valiosísimo, y Montovani ha aportado la especial calidad de su orquesta para ilustrar los ejemplos que componen esta selección. Ya había grabado ante estos temas, pero esta vez les ha agregado una nueva sazón de brillo técnico que lo coloca a usted en medio de bailarines que giran en interminable torbellino. Usted vuelve a las Sofiensale, deslumbrado por los brillantes candelabros, las joyas, los vestidos, embriagado por la música. Strauss y sus músicos ya no están más, pero la Orquesta de Montovani, ayudada por una nueva grabación estereofónica, llena totalmente ese vacío".
Lo anterior quizás nunca lo podría haber escrito. Tuve suerte esta vez, para la próxima no la vuelvo a contar. Se me quedó el Vals de Strauss en el Unimarc y cuando corri de vuelta para buscarlos ya no estaba. Una de las señoras que trabaja ahí me lo guardo. Me dio mucha pena, sobretodo por el hecho de que ni siquiera es mio y no lo había escuchado. Extraviarlo, en realidad perderlo, mejor dicho olvidarlo me dio pena. En contraposición, mi felicidad al saber que la señora que pesa el pan me dice: si, yo lo guardé. Me tiré al suelo de felicidad. Fue como sacarme un gran peso de encima, en la mañana anduve por tiendas de antiguedades y después en Plaza Perú buscándolo y no lo encontré. Al final seguía en el Unimarc. Porque te quiero, Unimarc xD. Le voy a regalar una flor a la señora que me guardo el disco, se lo merece. El asunto es que este año me ha invadido una sensación de sobrevaloración a lo antiguo. O sea los trenes, los autos, los cachureos, las fotos, los zepellines, los ternos, los tocadiscos, los vinilos, los salones antiguos, los bailes, las supercherías, los silabarios, los dibujos, los pentagramas, las canciones. Entonces por ejemplo daría lo que fuera por ser el tipo que escribe las leyendas de los vinilos en la parte de atrás de la caratula. Pensar que mucha gente que espera aquellos discos, como una gran novedad, será feliz leyéndolo y de alguna manera contribuiré a algún sentimiento especial implícito en el texto. Que me encantaría por ejemplo, manejar uno de esos autos antiguos por una ciudad muy urbanizada y moderna, escuchando una canción de mazapán o Bach, acompañado de una mujer a la cual llamaría por su apellido cuando discuta con ella. La misma mujer con la que entro a un gran salón, y bailo un vals o un tango, o definitivamente un vals que no se pierde. Una mujer distinguida. Lo que no se compra con dinero, joyas ni bonitos vestidos. Mujer distinguida, asi como la pampita XD.
Y vuelvo a querer ser el tipo que escribe los textos de la carátula de los vinilos. Es como si me embargara el sentimiento lejano de vivir en otra época, una época más tranquila y llena de pausa, una época en donde quizás el amor es y no.
Me acuerdo que cuando iba en tercero pensaba en las mañanas de ida que a la vuelta podría ser 1911, y no sé porqué justo ese año. Pero era 1911. A veces también pensaba en 1925, creo que por la constitución o por estar a la moda de aquel tiempo. Pienso en 1934, en 1918, en 1955 y en 1962. En realidad el último sólo por el mundial. Pero en fin, creo que soy del milnovecientos y no del dosmil. Igual voy a poder bailar ese vals con la mujer distinguida, claro que si, eso ni la mujer distinguida lo podrá impedir. Aún cuando sea en otra época, y no en un gran salón precisamente. Ojalá sea miércoles o sábado por la tarde. A veces le pido mucho a la vida, pero otras sólo lo necesario para poder sonreir aunque sea ese momento.
Nada de que vuelvan los lentos hueón, que vuelvan los tocadiscos, los vals, los tangos, los autos antiguos y por favor, las mujeres distinguidas. Uuuh lo que dije.
The movement you need is on your shoulder.